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EL FEMINISMO COMO OPOSICIÓN AL FASCISMO

EL FEMINISMO COMO OPOSICIÓN AL FASCISMO

Judith Butler participó el martes 9 de abril del 2019 de la mesa “Activismo & Pensamiento” de la Universidad de Tres de Febrero junto a Natalia Brizuela de la Universidad de Berkeley y Marta Dillon, Verónica Gago y Cecilia Palmeiro, representantes de la Mesa Ni Una Menos. Si leer a Butler es movilizador, escucharla lo es aún más, ya que su estilo cálido invita a adentrarse en la complejidad de las discusiones filosóficas y políticas en torno al género y el poder. En este artículo les comparto una reseña de los momentos destacados de su conferencia.

FEMINISMO TERRITORIAL, GLOBAL Y MICROPOLÍTICA

El microestadio estaba repleto esperándola. El público hizo notar su entusiasmo desde temprano, mostrando que la separación entre la militancia, el compromiso político y la filosofía no es tan grande como se piensa. La lucha sigue convocando cuerpos hacia el encuentro y la reflexión.

Judith observa al público, se toma unos segundos y comienza a responder las preguntas que abren el juego. En primer lugar, hace mención a la difusión del movimiento NI UNA MENOS que está en permanente expansión y que en la actualidad se amplía en diferentes ramas de acción relacionadas entre sí, pero que mantienen su independencia. Desde el surgimiento de la asamblea a nivel nacional, se reproducen una gran cantidad de agrupaciones a lo largo del todo el país: frentes feministas de artistas, profesionales, estudiantes, sindicales, entre otras, llamadas a reflexionar sobre la incidencia del patriarcado y la heteronorma en sus territorios. 

Si bien puede haber sectores más abocados a la lucha contra el neoliberalismo, el trabajo en cárceles o la crítica frente a la organización del Estado, es innegable que hay un consenso fuerte en torno a la obtención de la igualdad y el enfrentamiento con distintos enclaves del poder. 

Butler se detiene en ello para señalar la dificultad de crecer sin reproducir mecanismos de corte imperialista. Este es, dice, el paradigma norteamericano actual: la exportación de la guerra, la tortura, el terrorismo, el individualismo, la difusión del trabajo precarizado y tercerizado alrededor del mundo, entre otros.


LA MAREA FEMINISTA EN EL TERRITORIO

Si bien el aspecto transversal y el crecimiento del feminismo no dejan de ser un objetivo, es importante hacerle sitio a la fragmentación y poder leer las desigualdades al interior del movimiento. Butler afirma que mientras se combate por los derechos laborales, por ejemplo, no hay que olvidar aquellas compañeras que no tienen trabajo formal o salario por su tarea.

Dice que le gusta el término “MAREA” que utilizamos para nombrar al movimiento feminista en Argentina. Mientras que en Europa, EEUU, Australia y Alemania se cuenta la historia del feminismo en términos de primera, segunda y tercera ola -curiosamente siempre ubicadas en países del mundo angloparlantes-, la Marea es una fuerza permanente, dinámica, impredecible.

La metáfora recupera la necesidad de la transversalidad. Es imprescindible sostener también las fronteras, los bordes que implican las luchas en el territorio. Menciona, por ejemplo, las luchas contra la ocupación en Pakistán, contra la jerarquía de castas en India, contra la precariedad laboral en Turquía y la búsqueda de autodeterminación territorial de las mujeres kurdas.

La dimensión del conflicto es indisociable a la vida humana. Pero no tenemos que amarnos para ser solidarias unas con otras. La micropolítica incluye hacerle sitio al enojo con el objetivo de identificar qué lo causa. 


DESCOLONIZAR EL INCONSCIENTE

Atinada resultó la intervención de Cecilia Palmeiro cuando llama a “descolonizar el inconsciente”. Al igual que planteamos la disolución de los binomios heteronormativos, el binomio víctima-victimario también debe ser revisado para poder emerger desde el feminismo como sujetos activos de la historia. Analizarse, crear un plan y una comunidad.

De igual modo, el feminismo lucha contra la desigualdad y las formas de violencia y esto incluye la agresión que se ejerce contra las mujeres que nacieron bajo otra asignación de género y las identidades disidentes que pujan por salir del binomio: los colectivos trans, travesti, queer, intersex. Butler afirma que el feminismo transexcluyente no es feminismo. Todo la sala aplaude.


OFRECER REFUGIO EN EL NEOLIBERALISMO

Mientras el contexto neoliberal intensifica la precariedad de la vida, a ello se responde con una reivindicación de los derechos y las libertades individuales. Todes tenemos nuestras historias individuales dice Butler: como se salió del clóset, las amigas que abortaron. No hay política sin las historias. Es evidente que tenemos un sujeto, un yo, un individuo. Pero este proviene del colectivo. 

Las libertades y derechos individuales provienen de una historia de luchas compartidas. Tenemos deudas para con otres. Sin embargo, ello no quiere decir que el colectivo deba aplastar al sujeto, todo lo contrario. Marta Dillon a propósito de esto, advierte como la correctividad política puede, en ocasiones, convertirse en una forma de disciplinamiento. 

El neoliberalismo produce el retiro del Estado. Y todo lo que ocurre dentro de la esfera doméstica y el campo de lo privado se vuelve así objeto de inseguridad. Se privatiza la posibilidad de tener un techo, cuidado médico, educación, etc. Todo debe provenir de tu salario.

Y frente al desamparo, avanzan las iglesias de todo tipo. Las iglesias ofrecen sostén a través de la familia tradicional. Aportan de esta manera al neoliberalismo y al Estado, en la medida que la familia es esencial para el capitalismo en su carácter de unidad económica. Un ejemplo claro de esto es el rol de las iglesias evangélicas en la campaña y asunción de Bolsonaro en Brasil.

La derecha y la ideología antigénero nos acusa a las feministas de querer destruir la sociedad, la familia, la identidad. La solución para ciertas fragilidades no está del lado de la familia tradicional, sino de la comunidad política, los vínculos políticos, los nodos de apoyo y el cuidado recíproco. Hay que producir sistemas de cuidado y sostén mutuo.

Algunos Estados ejercen su poder a través del dominio del cuerpo de una embarazada, por ejemplo. Una niña puede convertirse en mujer, pero será una mujer definitivamente a partir de que tenga hijos. Determinados actos performan el género, de tal manera que un cuerpo femenino que no quiera o no pueda tener hijos, falla como género. Si el aborto en un Estado es ilegal, se somete al cuerpo gestante que no desea continuar con él. Se somete el cuerpo al ritual de poder del Estado.

Contra estas formas de autoritarismo luchamos hoy en día. Es necesario hacerle lugar al enojo y la discusión al interior del movimiento, pero tener claro quién es el verdadero enemigo. La interdependencia mutua y los lazos políticos pueden ser una alternativa cultural al neoliberalismo. Y el feminismo puede ser el nombre de la oposición al fascismo en el neoliberalismo.

Los cantos de la Marea en el estadio no tardan en llegar. El cierre de la mesa es un festejo y abrazo feminista que va a vencer. Que va a vencer.

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