• Inicio
  • Blog
  • CIENCIA, PSICOANÁLISIS & NEUROPSICOANÁLISIS
CIENCIA, PSICOANÁLISIS & NEUROPSICOANÁLISIS

CIENCIA, PSICOANÁLISIS & NEUROPSICOANÁLISIS

Desde el nacimiento del psicoanálisis a principios del siglo XX hasta la actualidad, han sido muchas las controversias en torno a la legitimidad y la validez científica de los aportes psicoanalíticos en la clínica y la comprensión del psiquismo humano. Autores como Karl Popper (1972) o Mario Bunge (2006) lo consideraron una pseudociencia y criticaron el carácter probatorio de algunas construcciones de la teoría; mientras que otros salieron en su defensa como los filósofos de la ciencia Gregorio Klimovsky (2004) en Argentina y el alemán Adolf Grümbaum (1979). Este artículo se propone abordar la creación relativamente reciente del 'neuropsicoanálisis' como campo de investigación fundado en el entrecruzamiento de los aportes neurocientíficos y los modelos de la subjetividad y psicodinámica inconsciente provenientes del psicoanálisis. Fundamentalmente, evaluar si esta propuesta permitiría salvar la distancia que separa al psicoanálisis de la ciencia y aportar pruebas sobre algunas de sus nociones más relevantes. Para ello, se recorren también algunas discusiones epistemológicas en torno al psicoanálisis y la polémica que despierta la investigación interdisciplinar, que para muchos investigadores no resulta del todo apropiada en función de la articulación de paradigmas que podrían ser inconmensurables entre si. 

Este artículo se propone abordar la creación relativamente reciente del 'neuropsicoanálisis' como campo de investigación fundado en el entrecruzamiento de los aportes neurocientíficos y los modelos de la subjetividad y psicodinámica inconsciente provenientes del psicoanálisis. Fundamentalmente, evaluar si esta propuesta permitiría salvar la distancia que separa al psicoanálisis de la ciencia y aportar pruebas sobre algunas de sus nociones más relevantes. 

Para ello, se recorren también algunas discusiones epistemológicas en torno al psicoanálisis y la polémica que despierta la investigación interdisciplinar, que para muchos investigadores no resulta del todo apropiada en función de la articulación de paradigmas que podrían ser inconmensurables entre si. 


EL PSICOANÁLISIS: ENTRE LA CIENCIA Y LA FILOSOFÍA

Karl Popper (1902-1994) fue uno de los filósofos de la ciencia más importantes del siglo XX. Uno de sus principales legados giró en torno al problema de la demarcación, es decir, la pregunta por cuáles son las condiciones necesarias que debe reunir un conjunto de enunciados para ser considerado científico.

La respuesta dominante del momento residía en el carácter empírico de la ciencia y su método esencialmente inductivo que partía de la observación o de la experimentación. Popper (1972) consideraba insuficiente dicho criterio, dado que para él la producción de conclusiones o leyes generales a partir de una serie de casos, no parecía justificar necesariamente la generalización o extrapolación de los resultados obtenidos a otra serie de casos. La dimensión temporal de los hallazgos también le resultó controversial, en la medida en que el futuro introduce una variable que no permite asegurar que las condiciones que originaron una teoría se mantendrán en el tiempo (Popper, 1972).

Para el filósofo, las teorías científicas se concebían como invenciones, conjeturas formuladas para su ensayo que debían ser eliminadas si entraban en conflicto con las observaciones. El acto de conocer como tal, no parte de observaciones puras, sino que existen expectativas previas, no conscientes, innatas, que funcionan como un 'a priori' de toda experiencia. Señaló la tendencia innata de los individuos a buscar regularidades en la realidad y confirmarlas a pesar de los datos contradictorios:

 “(...) esperamos regularidades en todas partes y tratamos de encontrarlas aún allí donde no hay ninguna. Nos inclinamos a tratar como a una especie de 'ruido de fondo' los sucesos que no ceden a estos intentos y nos aferramos a nuestras expectativas hasta cuando son inadecuadas y deberíamos aceptar la derrota” (Popper, 1972, p. 75).

Popper (1972) relacionó esta tendencia con lo que llamó el 'fenómeno del pensamiento dogmático', una vocación a confirmar las leyes y esquemas con los que se cuenta hasta el punto de pasar por alto las refutaciones. Para él, la disposición a refutar los conceptos corresponde a la actitud crítica científica vera, mientras que el dogma queda del lado de las 'pseudociencias' o el campo precientífico, donde ubicó a la mitología, la metafísica, la teoría marxista y el psicoanálisis, entre otros. 

Para el autor, una teoría sólo puede considerarse científica en la medida que es refutable o posible de testeo por algún suceso concebible. Sólo la disposición a la refutación constituye la actitud crítica científica y hasta ser refutadas, todas las teorías tienen un carácter conjetural o hipotético. El filósofo también rechazó la noción de verdad para dar cuenta de la cientificidad de una teoría dado que, en cierto punto, todas pueden adscribir cierto carácter explicativo de la realidad. Si se quiere, siempre podrán encontrarse datos que corroboren una hipótesis y los incrédulos a ella, o bien están atravesados por la negación, o afectados por intereses de clase o “(...) represiones aún no analizadas que exigen a gritos un tratamiento” (Popper, 1972, p. 59).

El epistemólogo alemán Adolf Grünbaum (1923-2018), fue uno de los autores que discutió con Popper sobre el carácter refutable de la teoría freudiana, argumentando que el mismo Freud produjo muchas modificaciones en sus desarrollos a partir de las evidencias con las que se topó en la práctica. Un ejemplo que menciona, es el abandono de la teoría de la seducción como etiología de la histeria a partir del descubrimiento de la eficacia sintomática de las fantasías sexuales (Grünbaum,1979). Propone diferenciar la carencia de honestidad metodológica de algunos psicoanalistas respecto de la teoría en sí misma (Grünbam,1979).

Otro filósofo que apuntó al psicoanálisis como una pseudociencia fue el físico argentino Mario Bunge (Florida, 1919). Para el autor, la teoría freudiana utiliza conceptos inmateriales que no pueden someterse a un examen empírico, ni a pruebas ni experimentos. Denuncia que se trata de un dogma fuera del ámbito de discusión científica, que no produce leyes, no se somete a críticas ni remite bajo nuevos hallazgos. Al mismo tiempo cuestionó el uso de la interpretación, dado que los analistas no exhibirían pruebas de las mismas: sobre un mismo material cada analista podría ofrecer una interpretación totalmente diferente (Bunge, 2006).

Por su parte, el matemático Gregorio Klimovsky (1922-2009) se dedicó especialmente a pensar el estatuto de la prueba en psicoanálisis. Comparó el corpus freudiano con la astronomía, al modo de dos dominios donde la recolección de datos observacionales se utilizan para producir leyes o modelos de comprensión sin necesidad de un laboratorio. Para él, no resulta imprescindible que todas las ciencias utilicen números para dar cuenta de sus producciones, ni siquiera la matemática misma, ya que contempla ramas como la topología o el álgebra abstracta que no hacen uso de la numeración (Klimovsky, 2004).

Klimovsky consideró al psicoanálisis como una teoría basada en un modelo explicativo, hipotético y deductivo. Señaló que Freud revisó constantemente sus supuestos y avanzó llenando las lagunas que encontró a su paso. Sin embargo, al final de su vida, definió al psicoanálisis como una visión gestáltica de naturaleza filosófica, un sistema filosófico antes que una teoría científica. Lo definió como un conjunto de conceptos que permitirían leer la realidad, sin ser del todo susceptibles a una formalización rigurosa al modo de la biología o la física (Klimovsky, 1999).

Freud en repetidos pasajes de su obra señaló que la naturaleza última de la mente es inconsciente, de tal modo que no puede percibirse directamente (Solms y Turnbull, 2011). Solo puede conocerse a través de una conciencia fenoménica que proporciona una representación indirecta e incompleta del aparato mental y su funcionamiento. Dicha característica convierte a la mente en algo epistemológicamente incognoscible a priori, pero no por ello inabordable. 

Es conocida la pretensión de Freud de que su disciplina pudiera contarse algún día entre las ciencias biológicas y mucho de su teorización avanzó a partir de conceptos tomados de la física mecanicista como modelo científico de la época. Ejemplos de ello se encuentran en las hipótesis económicas del aparato psíquico, la dinámica de las cargas y contracargas o el principio de constancia energética que Freud, en su manuscrito inconcluso 'Proyecto de una psicología para neurólogos' (1985) ubica como una suerte de inercia neuronal. 

Sin embargo, a la complejidad de la mente como objeto de estudio se le agregó la inmadurez de las técnicas de investigación neuronal de la época, lo que obligó a Freud a basarse en modelos de tipo 'mentalista' e informes verbales de experiencias subjetivas (Kandel, 1999).

Freud (1895) hizo referencia a esta dificultad: 

“La investigación científica ha demostrado irrebatiblemente que la actividad psíquica está vinculada a la función del cerebro más que a la de ningún otro órgano. La comprobación de la desigual importancia que tienen las distintas partes del cerebro y de sus relaciones particulares con determinadas partes del cuerpo y con determinadas actividades psíquicas nos lleva un paso más adelante, aunque no podríamos decir si este paso es grande. Pero todos los intentos realizados para deducir de estos hechos una localización de los procesos psíquicos, es decir, todos los intentos de concebir las ideas como almacenadas en las células nerviosas y las excitaciones como siguiendo el curso de las fibras nerviosas, han fracasado por completo” (Freud, 1895, advertencia a la Edición Alemana).

Existen autores que piensan que esta derrota no ha sido tal, como el psiquiatra Bernard Golse (Francia,1950) para quien mucho de la producción freudiana puede relacionarse con avances actuales en neurociencias. Un ejemplo es el concepto de 'series complementarias' que puede considerarse como una suerte de antecesor epistemológico de la noción de modelos multifactoriales (Golse, 2007). A partir de los avances en neuroimagen de los últimos cincuenta años, muchos investigadores de la actualidad se muestra optimistas en la posibilidad de crear una base común para la investigación en neurobiología, psiquiatría y psicoanálisis que permita, entre otras, acortar la distancia del psicoanálisis con la ciencia.


EL NEUROPSICOANÁLISIS

La Sociedad Internacional de Neuropsicoanálisis fue fundada en julio del 2000 en Londres, con la intención de coordinar los avances en el campo de las neurociencias con el horizonte psicodinámico del psicoanálisis.

Si bien ambos dominios se mantuvieron históricamente en el campo de la confrontación teórica, pueden encontrarse posiciones de amplio espectro desde quienes consideran que el psicoanálisis es una disciplina autocontenida, delimitada a un objeto de estudio con una metodología propia, hasta quienes piensan que los hallazgos en biología del cerebro dejarían obsoleto al psicoanálisis (Alonso del Campo y Bettini, 2000).

Pese a todo, el neuropsicoanálisis se propone elaborar un marco conceptual común para estudiar las articulaciones y procesos de interacción entre los diferentes sistemas del psiquismo y los circuitos neurofisiológicos. Las preguntas de investigación giran en torno a cómo lo psíquico, lo representacional o las inscripciones psíquicas que resultan de los intercambios subjetivos provocan modificaciones en los circuitos neurofisiológicos, y cómo éstos a su vez repercuten en el mundo representacional (Alonso del Campo y Bettini, 2000). 

El premio nobel Eric Kandel (1999) en un artículo casi inaugural, invitó a los psicoanalistas a colaborar con la biología y la neurociencia cognitiva y dotar a su metapsicología de una base científica. El autor señala una suerte de declive en los desarrollos psicoanalíticos de la segunda mitad del siglo XX, en razón de lo que llamó 'una metodología restrictiva', vinculada a la asociación libre y el uso de la interpretación. Considera que la observación clínica de los pacientes individuales no es suficiente para garantizar el carácter científico de sus aportaciones, puesto está demasiado sometido al sesgo del experimentador. Kandel (1999) insistió en que el psicoanálisis no aplica suficientes técnicas de control y que las instituciones psicoanalíticas no llevan tampoco registros de sesiones suficientes, en correlación con una fuerte impronta de aislamiento científico (Alonso del Campo y Bettini, 2000). 

Para corregir esta deriva, Kandel afirma que el psicoanálisis debe adquirir estatuto científico como psicología empírica, apoyarse en técnicas de imagen, métodos neuroanatómicos y genética humana. Sólo entonces, incorporado a las ciencias cognitivas el psicoanálisis podría probar sus teorías y adquirir mayor impacto (Kandel, 1999).

Para acercar los distintos paradigmas, Kandel menciona cinco principios probados de la interrelación entre el cerebro, la mente, la información genética y el aprendizaje producto del intercambio social. En ellos se describe como todos los procesos mentales, incluso los procesos psicológicos más complejos, derivan de las operaciones del cerebro, de tal modo que siempre hay alteración de la función cerebral, incluso en aquellos casos en que las causas de las modificaciones son claramente de origen ambiental. Del mismo modo, los genes y sus productos proteicos son un componente insoslayable de la actividad mental, pero por sí mismos, no explican todas las variaciones posibles. Los factores sociales y de desarrollo de hecho modifican la expresión de los genes y, por lo tanto, la función de las células nerviosas.

Por último, señala que las alteraciones en la expresión génica inducidas por el aprendizaje dan lugar a cambios en los patrones de las conexiones neuronales; de tal modo que si la psicoterapia es efectiva producirá cambios en la expresión génica que alteren la fuerza de las conexiones sinápticas y el patrón anatómico de las interconexiones entre células nerviosas del cerebro (Kandel, 1999, p. 460).

Estos argumentos sugieren que cuando un terapeuta habla con un paciente y el paciente escucha, los procesos neuronales del terapeuta tienen un efecto sobre los procesos neuronales del paciente. Si las palabras producen cambios en la mente del paciente es probable entonces que las intervenciones psicoterapéuticas produzcan cambios también en su cerebro. Desde esta perspectiva, para Kandel, el enfoque biológico y neurocientífico en psiquiatría puede unirse con perspectivas sociopsicológicas como la que aporta el psicoanálisis (Kandel, 1999).

En este sentido, para algunos autores el neuropsicoanálisis no es necesariamente una escuela dentro del psicoanálisis como podrían serlo las corrientes freudianas, kleinianas, lacanianas, entre otras. Sino en todo caso, un vínculo entre el psicoanálisis y las neurociencias, un intento de introducir al psicoanálisis dentro de la familia de las neurociencias como la única que aborda la mente desde un punto de vista subjetivo (Solms y Turnbull, 2011). 


A MODO DE SÍNTESIS

El estudio de la obra de Freud parece revelar que vió la separación del psicoanálisis de la ciencia como un efecto tanto de la naturaleza ontológica de la mente como de las técnicas de investigación cerebrales de la época, donde guardaba la esperanza de que en algún momento el progreso en la neurobiología permitiera acortar esta brecha (Solms y Turnbull, 2011).

En su libro publicado en 1891 sobre las afasias, Freud rechazó el método clínico-anatómico cerebral del momento debido a varias razones entre las que se cuenta el reconocimiento de la mente como una entidad dinámica, compuesta por algo más que una conciencia. El objetivo del psicoanálisis se centró en desarrollar una teoría y un método clínico que permitiera a la ciencia explorar y comprender la naturaleza dinámica y la estructura inconsciente de la mente (Solms y Turnbull, 2011).

La naturaleza fugaz, transitoria y singular de los estados subjetivos confiere desventajas a su estudio dado que tales fenómenos sólo pueden ser reportados por un observador, a diferencia de las propiedades más estables del cerebro que se adapta mejor a los requisitos del método científico. Sin embargo, para quienes trabajan en el campo neuropsicoanalítico es posible correlacionar las experiencias subjetivas con el "wetware" de la neurobiología, con el objetivo de desarrollar un modelo más preciso del aparato mental. Los métodos de investigación neurocientífica han avanzado lo suficiente como para probar y mapear lo aprendido en psicoanálisis sobre la estructura y funciones de la mente (Solms y Turnbull, 2011).

Relacionar conocimientos provenientes del psicoanálisis con desarrollos de otras disciplinas es posible en función de la coincidencia en el objeto de estudio en muchos casos, como así también en el uso de determinados conceptos. Sin embargo, los aportes que se introduzcan en la investigación no sólo deben estar fundamentados de tal manera que resulte claro el beneficio que dicha inclusión tendría, sino que también la articulación debe ser lo suficientemente acotada y coherente como para insertarse a una teoría que funciona como un conjunto (Maldavsky, 2003).

Es de destacar que para un sector amplio de epistemólogos y filósofos de la ciencia, el psicoanálisis se relaciona más con la filosofía o con las ciencias narrativas antes que con las ciencias experimentales de línea dura. Hay una enorme diferencia entre los puntos de vista del psicoanálisis y las neurociencias. Es evidente, por dar un ejemplo, que la aproximación cognitiva al proceso del olvido no se relaciona directamente con el mecanismo de represión freudiano ni que las evaluaciones llevadas a cabo de forma psicoterapéutica en relación a conceptos como el deseo y la evolución de un análisis, no necesariamente pueden constatarse en estudios de neuroimagen (Golse, 2007). 

Sin embargo, ello no impide que conceptos relacionados al campo de la psicología cognitiva no puedan funcionar como 'operadores de conmutación' (Widlöcher, 1990 en Golse 2007) al modo de un escenario traductor entre aproximaciones neurobiológicas e interpretaciones psicodinámicas. Y que los esfuerzos en conjunto de neurocientíficos y psicoanalistas en la construcción de bases comunes de investigación teórica y clínica del sufrimiento y el comportamiento humano en la actualidad, sean absolutamente en vano.


REFERENCIAS:

ALONSO DEL CAMPO, U. y BETTINI, M. (2000) Perspectivas actuales entre neurociencia y psicoanálisis. Comunicación presentada en las “VII Jornadas de psicoanálisis en el Universidad” Facultad de Medicina, Madrid, España.

BUNGE, M. (2006) Psicoanálisis a un siglo de distancia. En 100 ideas. El libro para pensar y discutir en el café. Ed. Sudamericana, Argentina.

FREUD, S. (1895) Proyecto de una psicología para neurólogos. Obras Completas, vol. I. Ed. Amorrortu, Argentina.

GOLSE, B. (2007) El concepto de Neuropsicoanálisis. Ventajas y Desventajas. En Revista “European Paediatrics Review” Nº 43-44, Francia.

GRÜNBAUM, A. (1979) “¿Es la teoría psicoanalítica freudiana pseudocientífica con el criterio de demarcación de Karl Popper?” Ed. Teorema, vol. XIII, España.

KANDEL, E. R. (1999) Biology and the Future of Psychoanalysis: A New Intellectual Framework for Psychiatry Revised. En American Journal of Psychiatry, nº156. Estados Unidos.

KLIMOVSKY, G. (1999) Entrevista en Revista Transparencias de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados, Argentina.

KLIMOVSKY, G. (2004) “Acerca del carácter científico del psicoanálisis”. En Revista de Psicoanálisis, año II, Nº I,  Argentina.

KLIMOVSKY, G. e HIDALGO, C. (2012) “La inexplicable sociedad. Cuestiones de Epistemología de las Ciencias Sociales”. Ed. A-Z, Argentina.

MALDAVSKY, D. (2003) Sobre la investigación especulativa: criterios y requisitos. Jornadas de Investigación de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

POPPER, K. (1972) “Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico”, Cap. I. Ed. Paidós, Argentina.

SOLMS, M. & TURNBULL, O. (2011) What is Neuropsychoanalysis?. Journal Neuropsychoanalysis, nº13, pp. 133-145.

Te puede interesar
Cerrar X